Los efectos producidos por el cambio climático en nuestro planeta son cada vez más visibles y preocupantes: degradación del aire, escasez del agua (que afecta directamente a las producciones agrícolas), proliferación de incendios masivos en la naturaleza. Además de las olas de calor extremas, más frecuentes cada año que pasa.
Según informes meteorológicos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Europa se encuentra atravesando la segunda ola de calor del último mes, con temperaturas que rondan los 40° y 41° en Francia, Italia, Reino Unido (40,2° por primera vez en su historia, superó su récord anterior de 38,7°), Alemania, Bélgica, Países Bajos y Portugal. Las altas temperaturas han desencadenado fuertes repercusiones: incendios que llevan quemadas más de 40.000 hectáreas en los últimos diez días, causando además la migración de más de 30.000 personas y cifras superiores a los 1.000 muertos en la Península Ibérica. Las previsiones de la OMM son muy apremiantes y serias al respecto, puesto que advierten que estos extremos serán “cada vez más extremos” y más frecuentes hasta el año 2060, aún con accionar exitoso para mitigar los efectos del cambio climático.
La crisis climática no se limita al hemisferio norte, puesto que en el sur también estamos padeciendo sus efectos. En Argentina entre fines del 2021 e inicio del 2022, atravesamos fuertes olas de calor, sequías e incendios forestales, producto de la inacción gubernamental y la deforestación. La falta de leyes, regulaciones y acciones efectivas que frenen la sobre explotación de la naturaleza son demandas constantes que Fundación Biosfera lleva trabajando desde hace tiempo.
Cabe mencionar que estos efectos no se limitan a las épocas de verano. El calentamiento global causado por la acumulación de gases de efecto invernadero y el aumento de la frecuencia de olas de calor, no significa que los inviernos vayan a hacerse más amables. Estudios realizados por investigadores israelíes a principios de este año advirtieron que el cambio climático ya está causando una “intensificación considerable” de las tormentas de invierno en el hemisferio sur a un nivel que los científicos no preveían que ocurriera hasta el año 2080. El documento fue publicado por científicos del Instituto de Ciencias Weizmann en la revista Nature Climate Change.
En esta misma línea, el Servicio Meteorológico Nacional pronosticó un aumento de períodos con temperaturas extremas, registrando por ejemplo uno de los otoños más fríos de los últimos 60 años, y un invierno igual de fuerte, con tormentas que mantienen alerta a varias provincias y 3.000 camiones varados en ruta 7 a causa de las nevadas intensas.
Desde Fundación Biosfera trabajamos desde hace 30 años como ONG veedora de de las Cumbres Internacionales por el Cambio Climático, y hemos advertido acerca de la necesidad de elaborar acciones de prevención y resiliencia, que coordinen el trabajo del Estado, la sociedad civil y los ámbitos académicos.
“El aumento de las temperaturas promedio de la Tierra como consecuencia del efecto invernadero potencia todos los fenómenos climáticos extremos y está avanzando mucho más rápido de lo que se pensaba. Si tenemos en cuenta las temperaturas del último verano que atravesamos en Argentina, las olas de calor de Europa deberían actuar como una advertencia, un llamado de atención para tomar medidas preventivas, dado que podríamos enfrentar un escenario similar en el próximo verano”.
Nos encontramos en el marco de tiempo considerado bisagra para emplear estrategias que frenen los efectos del cambio climático. Debemos trabajar no desde la contingencia, sino desde la resiliencia, atendiendo a la importancia de proteger no solo nuestro sustento productivo, sino a la totalidad de la biosfera y su biodiversidad.